sábado, 10 de julio de 2010

Ismael Serrano


Una de las cosas que más llena mi vida es la música. Pocas cosas me emocionan e influyen en mi estado de ánimo tanto como la música. Y dentro de la música me emociona especialmente la música de autor. Y dentro de la música de autor está Ismael Serrano que, además de ser uno de los cantautores más importantes de nuestro país, es el autor de la música que marcó y cambió mi vida... para mejor, claro, hasta tal punto que puedo contar mi vida en etapas según sus discos... ya verás.



Creo que tenía unos 17 años cuando escuché la primera canción de Ismael Serrano en la radio aunque no recuerdo cual era. A partir de ese momento Atrapados en azul sonaba siempre en mi walkman camino de clase. Yo estaba en el instituto y me enamoraba por primera vez... miraba hacia el futuro y me daba vértigo pensar qué iba a ser de mi vida cuando aquella etapa terminara, qué pasaría con mis amigos de clase, con mi primer amor... canciones como Vértigo y Amo tanto la vida ponían notas y palabras a mis sentimientos. Con Papá cuéntame otra vez y México insurgente se empezaba a despertar la repúblicana roja, rebelde e incomprendida que dormía en mí y Un muerto encierras me daba una idea de lo que podía ser el futuro de cualquier relación... y éso me aterraba.



Despúes de COU no tenía ni idea de qué hacer con mi vida. Ismael sabía cómo me sentía y lo cantaba en Últimamente. La Memoria de los peces sonaba una y otra vez en la minicadena de mi habitación mientras yo me preguntaba para qué servía ser mayor de edad si me sentía igual de pequeña y perdida que antes. A veces deseaba no ser tan diferente a las amigas con las que había crecido que ya andaban con planes de boda mientras yo sentía la necesidad de cambiar el mundo y no sabía por dónde empezar. A veces deseaba ser más parecida a ellas, tener sus espectavivas y que me dieran igual la política y las injusticias sociales; pero como cantaba Ismael en Ya quisiera yo, el caso es que me afectaban demasiado y finalmente partí buscando mi sitio en otra parte.



Viviendo lejos de mi familia por primera vez en mi vida y en una nueva ciudad sentí por primera vez el miedo a estar sola... pero entonces Ismael me tranquilizaba cantándome No estarás sola y yo me sentía reconfortada. Mis compañeras de piso acabaron sabiéndose todas las canciones de Los paraísos desiertos y yo soñaba con vivir algún día en Madrid y quedar en el Km 0. Escuchando La cita comprendí que los amigos que entonces me acompañaban no iba a estar siempre ahí y que probablemente no volvería a ver a muchos de ellos y decidí que desde aquel momento viviría la vida intensamente y disfrutaría de las personas que me acompañaran en cada etapa de mi vida.




El tiempo pasó y yo volví a cambiar de ciudad, pero ya no tenía miedo. Mi vida era mía y yo la gobernaba, dando tumbos, pero a mi manera. Un compañero de clase me grabó La traición de Wendy y escuchando Si Peter Pan viniera me di cuenta que ya no era tan niña. En aquella época me deshice de muchas cosas que no me aportaban nada y empecé a acercarme a aquello que realmente tenía importancia para mí. Decidí mi futuro profesional por primera vez en mi vida y seguí soñando con cambiar el mundo aunque ahora ya sabía de qué forma. Cada vez que escuchaba Pájaros en la cabeza me recordaba que tenía que tener los pies en el suelo... siempre me ha costado tan poco despegarme del suelo... Quería volar, quería correr, quería descubrir nuevos mundos, conocer nuevas gentes y vivir nuevas experiencias. Tenía el mundo por delante.



Cuando terminó aquella etapa me tocó hacer recapitulación de todo lo que había hecho y lo que me quedaba por hacer. Me tocaba formar parte definitivamente del mercado laboral y volvió el miedo. Sentía miedo por todo: tenía miedo de no encontrar un trabajo, de haberme equivocado de profesión, de volver a casa, de perder mi independencia, de no volver a enamorarme... y sobre todo tenía miedo de tener miedo a lo que estaba por venir. Como siempre las canciones de Ismael vinieron a mi rescate y me recordaron que no hay que dejarse llevar por El virus del miedo y que, sin saber cómo ni cuándo, Sucede que a veces algo te eriza la piel y te rescata del naufragio... y así fue. De pronto se cruzaron en mi camino unas 1000 personas que tenían mucho y bueno que decir, acordes de guitarra, fotos de lugares lejanos y formas nuevas de comenzar una relación llena de amor, complicidad y nostalgia. Mi primer coche me devolvió la independencia que creía haber perdido y en su radio-CD sonaba Jóvenes y hermosos mientras conducía por la carretera que atravesaba Doñana camino de la playa. Al poco tiempo encontré trabajo de cajera en un supermercado convirtiéndome en la Reina del súper que cantaba Ismael en Naves ardiendo más allá de Orión.



Fue al terminar aquel trabajo que la vida me cambió definitivamente. Ismael sacaba nuevo disco, Sueños de un hombre despierto, y a mí se me empezaban a cumplir sueños que ni siquiera me había atrevido a soñar. Sentía como si yo fuese Cansandra y por fin alguien creía en mí y me daba la razón. De nuevo cambié de ciudad, esta vez para irme al lugar donde siempre había querido estar. Canción de amor y oficina sonaba en mi mp3 mientras recorría las calles de mi nueva ciudad, viajaba a mundos lejanos con Habitantes de Alfa-Centauro encuentran la Sonda Voyager y me dejaba mecer por la Nana para un niño indígena o la Zamba del emigrante mientras esperaba a mi cita en el Km 0. La vida era casi perfecta.



El tiempo ha pasado y, como decía Ismael en Atrapados en azul, las cosas han cambiado, algunas para bien... otras no tanto. Me dejé contagiar por el pesimista sentimiento general de crisis y, bueno, el hecho de perder mi trabajo quizás también ayudó... han pasado algunos meses desde entonces y el número de desempleados, en el que me incluyo, no deja de subir. Incluso en estos momentos en que la vida se me ha torcido ligeramente encuentro refugio en la música de Ismael, pongo su nuevo disco Acuérdate de vivir y, además de recordarme que tengo que vivir, de nuevo pone acordes y palabras a mis sentimientos, por ejemplo, en Podría ser. Recuerdo un momento determinado en el que, derrotada, salía de una entrevista de trabajo en la que una chica más joven que yo me dijo "ya te llamaremos... " convencidas ella y yo de que no nos volveríamos a ver. Salí a la calle y empezó a llover en Madrid, corrí hacia la puerta del parking donde había aparcado el coche que mi mejor amiga me había dejado dejado para que llegara a tiempo a la entrevista. Entré en el coche llorando pensando: "¿Y ahora qué?" mientras giraba la llave y justo en ese momento Ismael me contestó "Y yo te diría, no sé, que las cosas van a marchar bien... " y estuve segura que de iba a ser así. Cuando salí del parking dejó de llover y salió el sol. Las calles de Madrid brillaban limpias y yo volví a casa cantando que, a pesar de todo, iba a procurar sonreír más a menudo porque, al fin y al cabo, afuera siempre me está esperando una nueva mañana radiante y soleada.


La música de Ismael Serrano me ha acompañado en los momentos más importantes de mi vida, forma parte de mí de una forma totalmente irreversible y maravillosa. En un mundo en el que nos hemos acostumbrado a comer con atentados en Pakistan todos los días, que nos parece normal que inmigrantes naufraguen en nuestras costas y que hemos perdido la capacidad de emocionarnos salvo si España gana un partido del mundial... en este mundo caótico yo tengo un refugio, una tabla de salvación, palabras que mueven sentimientos dentro de mí que ni sabía que sentía, acordes que acarician mi alma y hacen que el mundo sea un lugar mejor: yo tengo la música de Ismael Serrano.

Ismael... gracias.